lunes, 10 de marzo de 2014

Sara Montiel Saritísima





María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández , conocida artísticamente como Sara Montiel (Campo de Criptana, Ciudad Real, 10 de marzo de 1928 - Madrid, 8 de abril de 2013) fue una actriz de cine y cantante española que obtuvo también la nacionalidad mexicana en 1951.
Tras debutar con pequeños papeles en películas españolas como Locura de amor (1948), hacia 1950 decidió probar fortuna en América. En apenas cuatro años rodó catorce filmes en México, cuya industria cinematográfica vivía entonces su «Época de Oro» , y de ahí dio el salto a Estados Unidos con una llamativa participación en Veracruz de Robert Aldrich, filme al que siguieron otros dos dirigidos por Samuel Fuller y Anthony Mann.
De vuelta en España, la joven actriz afianzó su estatus de estrella internacional con las películas El último cuplé y La violetera, que desvelaron su particular estilo como cantante y que se convirtieron en formidables éxitos de taquilla, estrenándose en diversos países de Europa y Latinoamérica así como en India y Egipto. Los honorarios que cobró por La violetera convirtieron a Sara Montiel en la actriz mejor pagada del mundo hasta la fecha, firmando un contrato de exclusividad por película, y los discos publicados con sus canciones llegaron hasta Grecia y Brasil, superando en ventas mundiales a Elvis Presley y Frank Sinatra. En los siguientes quince años, la diva española protagonizó únicamente melodramas musicales pensados para ella, y alcanzó tal popularidad que actuó en la Unión Soviética en plena «Guerra Fría», en 1965.
En una España gris condicionada por la dictadura y las limitaciones económicas, Sara Montiel fue la cara más barroca y sensual del espectáculo, gracias a sus papeles de mujer fatal y a sugerentes vestidos que tentaban la censura. Actriz de gran éxito comercial, mayormente en las décadas de 1950 y 1960, participó en 60 películas. Se retiró del cine en 1974, pero como figura musical se mantuvo activa hasta el final: publicó diversos álbumes, ofrecía recitales en teatros y presentó programas de variedades en televisión. A los 81 años de edad grabó con el dúo Fangoria la canción discotequera "Absolutamente" y su correspondiente vídeo musical, y pocos meses antes de morir seguía dando actuaciones acompañada de un pianista.
Como demostración de la perdurable fama de la española, en vísperas de su repentino fallecimiento el Festival de Cine de Berlín estaba planeando un homenaje en su honor.

«Sara Montiel sabía de luces, de montaje, conocía bien el cine. Decían que era una actriz complicada. No, era cumplidora, no tenía caprichos. Sabía cómo fotografiarse, cómo se montaban los filmes, dominaba los 'playbacks'... Porque, como ella misma decía, lo suyo no era ser actriz o cantante, sino otra cosa. Estrella.» (Declaraciones de Mario Camus, director del filme Esa mujer, en el diario El País).

martes, 4 de marzo de 2014

Ana Bertha Lepe

En 1953, las chicas que participaban en concursos de belleza pedían permiso a sus padres para hacerlo, aunque fueran mayores de edad. Los trajes de baño cubrían parte del muslo y junto con la corona se les colocaba una capa de armiño. Aquel año ganó el concurso una francesa, Christian Martel-Magnani, que luego se casaría con el mexicano Miguel Alemán. Sin embargo, para nuestro país fue mucho más importante el cuarto lugar ganado por la hermosa tapatía Ana Bertha Lepe, quien entonces contaba apenas con 18 años.
Ana Bertha volvió de Long Beach, California, lugar del concurso, envuelta en un aura de símbolo sexual, podría decirse que parecido al de la rubia Marylin Monroe. Desde que pisó suelo nacional comenzaron a lloverle ofertas para trabajar en cine. Hizo su debut con la película La justicia del lobo y no paró hasta contabilizar casi 70 cintas, entre las que destacan El vizconde de MontecristoLos gavilanesRebelde sin causa México lindo y querido.
El 29 de mayo de 1960, la bella Ana Bertha presenció la muerte de su novio, el actor Agustín de Anda, a consecuencia de los disparos hechos por su propio padre, Guillermo Lepe. Su relación con el hijo de Raúl de Anda, productor cinematográfico, era conocida por todo el público. La actriz trabajaba en un espectáculo nocturno en el cabaret La Fuente, en la ciudad de México. Según los testigos, el padre de la actriz acostumbraba pasar por ella al lugar, ubicado en Insurgentes, para llevar a su hija de regreso a casa.
La noche del asesinato, mientras esperaba que su hija terminara, un mesero le informó a Guillermo que Agustín de Anda deseaba hablar con él. Lepe fue a encontrarse con el novio de Ana Bertha y tomó con él un par de copas, tras lo cual surgió una fuerte discusión.   Aparentemente, De Anda le anunció que "tenía" que casarse con la joven, pero no estaba en condiciones de hacerlo, ya que no contaba con el dinero necesario y su padre se negaba a prestárselo.
En el momento más álgido de la discusión llegaron Ana Bertha y el coreógrafo, por lo cual decidieron cambiar de tema. Entonces Agustín se despidió. Lo siguieron Ana Bertha y su padre. Según Guillermo Lepe, el joven le dijo: "Desde este momento dejo en libertad a su hija para que haga su vida". Al pedir el padre una explicación a ese respecto, el joven actor lanzó unas palabras "inconvenientes" que motivaron a Lepe a sacar la pistola y a dispararle dos balazos pues, dijo después, "él había hecho el ademán de sacar un arma".
El olvido Ana Bertha se refugió en el trabajo mientras su padre purgaba una pena en prisión. Durante la década de los 60 filmó la mayor parte de sus películas y en los 70 prácticamente desapareció de escena.
Sus allegados cuentan que cayó en una profunda depresión: presa del alcohol, subió de peso hasta perder la envidiable silueta que poseía. Dejó de trabajar y fue mucho tiempo después que algunos amigos, productores de televisión, la llamaron para participar en telenovelas.
La actriz murió en la Ciudad de México a la edad de 80 años, el 24 de octubre de 2013víctima de una neumonía, complicación que se le presentó después de operarse de una hernia.

Al funeral asistieron familiares y su asistente y amiga, Esther Quintana, quien aseguró que la ex reina de belleza no quería que se enteraran de su muerte:

"Ni avises a nadie, al fin que ya pasaron muchos años, ya no me reconocen, ya no saben quién es Ana Bertha, las generaciones nuevas ya no saben. Decía que prefería que todo eso pasara rápido, me cremas, decides en dónde puedes que yo quede, en un lugar que esté cerca de ti por si me quieres visitar", dijo Esther Quintana.

Asimismo, señaló que Ana Bertha se fue sin rencor, sin resentimientos hacia su padre, quien presuntamente asesinó al gran amor de su vida, Agustín de Anda.

EN LA CINTA ‘TINIEBLAS’ (JOSÉ DÍAZ MORALES, 1956).

‘EL MONSTRUO DE LOS VOLCANES’ (JAIME SALVADOR, 1962).


sábado, 22 de febrero de 2014

La Tia Alejandra.





La Tía Alejandra es una película mexicana de horror dirigida por Arturo Ripstein. Fue estrenada en 1979, protagonizada por Isabela Corona y Diana Bracho.




La Tía Alejandra es un caso curioso y atípico, una rara avis dentro de la cinematografía de género mexicana. No es estrictamente una cinta de terror pero transmite inquietud en muchos de sus pasajes. No es explícita en lo que muestra pero juguetea con acierto con brujería, maldiciones, magia negra y satanismo. No es gráfica a la hora de exponer violencia en pantalla, pero de manera sutil la muestra con una elegante fiereza que causa incluso malestar en espectador. La puesta en escena de Ripstein es austera, sencilla, casi podría decirse que de telenovela. Pero su control sobre el tempo narrativo es excelente. 



Gracias la atmósfera y a la magnética presencia de una gran Isabela Corona que desde un físico endeble y hasta desvalido consigue transmitir un matiz amenazador que parecería inviable sino fuera por el buen trabajo entre el director y la actriz. Basta ver la escena de la conversación de Alejandra con el doctor y el ritual con la chica desnuda al fondo del encuadre, para percibir que con sólo una leve pincelada se puede perfilar el personaje de la protagonista mostrando sus atípicas costumbres y los lugares que regenta. A pesar de que llega un momento en el que tanta desgracia durante el metraje se antoja forzada y que es poco creíble que la familia no se dé cuenta desde un principio que los problemas en el hogar llegaron con esa señora que supuestamente vela por ella, los aciertos del film, su simbología, que hunda sus raíces en cierto folclore de la tierra azteca y el buen hacer lleno de exquisitez y sutilidad por parte de Ripstein (magnífica e incómoda la escena del teatrillo de marionetas) hacen de La Tía Alejandra una interesante pieza a recuperar dentro del cine de género mexicano.2





2.  Trangresión continua blogspot: La Tía Alejandra, El día de la bruja












"Hipócrita" Leticia Palma

Leticia Palma nació en Paraíso, Tabasco. Estudió bailes españoles con el maestro Peñita, con quien debutó formando pareja en 1945, en el teatro Follies. Ya en 1942, había firmado contrato con Grovas junto con Amanda del Llano y Blanca Rosa Otero. Este contrato la obligó a estudiar teatro. Pero al ver que su debut ante las cámaras no llegaba, rompió contrato y regresó al baile español.

Realizó una gira por los Estados Unidos de Norteamérica. A su regreso formó parte de los alumnos de Seki Sano. Su primera oportunidad cinematográfica se la dio Miguel Zacarías en Escuela para casadas (1949). Esta interpretación le valió un contrato de exclusividad con Oscar Brooks, filmando ese mismo año, la película que la daría a conocer, realmente, al público: Hipócrita (1949), aunque antes de ésta, filmó un bit en compañía de Wolf Ruvinsquis y Tin Tan, en la cinta: No me defiendas compadre (1949).


La historia de Hipócrita, la resumió Antonio Badú a Jorge Mejía Prieto de la siguiente manera:
Hipócrita se filmó en 1949 y en ella actué al lado de Leticia Palma, Luis Beristáin, Carmen Molina y Elda Peralta. El argumento fue del escritor y periodista Luis Spota, quien un día en el Longchamps del Hotel Reforma me mostró el argumento de la película, todavía con otro título. Días después estábamos Fernando Fernández y yo en el Regis, donde actuaba el cantante y compositor Carlos Crespo, quien nos cantó tres canciones: “Hipócrita”, “Amor de la calle” y “Callejera”. Hipócrita me gustó para título de la película cuyo argumento me había mostrado Spota. Se lo comenté al productor Oscar Brooks, quien decidió que así se llamara la cinta y que se incluyera la canción. Hipócrita, bajo la dirección de Miguel Morayta, se hizo al vapor, en sólo 13 días. Creo, sin embargo, que se logró una buena película, pues fue un trancazo en la taquilla...Quisiera agregar que los nombres de las otras dos canciones que Carlos Crespo nos cantó también se convirtieron en películas: Amor de la calle y Callejera, ambas protagonizadas por Fernando Fernández.” 1







Como anécdota de esta película, podemos anotar que después de la cirugía que le efectúan en la cara a Leticia Palma, Luis Beristáin le alquila un vestido para que debute en el cabaret El Cielo. Esta prenda es igual a la que luce Rita Hayworth en Gilda, cuando es abofeteada por Glenn Ford, y la canción con la que Leticia debuta en el cabaretucho es el éxito de María Victoria: "es que es toy taaan enamorada" (Soy Feliz).


NOTA

1.- Jorge Mejía Prieto. Sortilegio de vivir. La vida de Antonio Badú, Diana, México, 1993, p.




Link de descarga:

http://depositfiles.org/files/j0xny9cjk

(Cortesía de Cine mexicano del Galletas) 









jueves, 18 de abril de 2013

Sensualidad


SENSUALIDAD

Is Ninón dancing for glory?
No way! never. It is quite clear Ninón is dancing for pleasure!
(Francoise Truffaut)



Producciones Calderón
Dirección de Alberto Gout
Guión de Álvaro Custodio
Fotografía de Alex Phillips
Escenografía de Manuel Fontanals
Edición: Alfredo Rosas Priego
Año: 1950

Esta cinta protagonizada por la rumbera cubana Ninón Sevilla (La Venus Dorada) y Fernando Soler, es la historia del muy severo juez Alejandro Luque (Soler) que condena a prisión a una prostituta de nombre Aurora Ruiz (Sevilla) por dos años y un día de prisión. Al salir del presidio Aurora decide vengarse y el destino hace que el camino del juez y el de Aurora (convertida en una bailarina de cabaret) se crucen y este se ve tentado por aquella mujer de tremendas curvas, al grado de llegar a obsesionarlo. De esta forma Alejandro Luque, cegado por la lujuria y la pasión que siente por Aurora cometerá una serie de faltas con tal de reconquistar a la bailarina, aunque esto lo lleve a la perdición y a un final inesperado.

El cine de rumberas o cine de arrabal fue un subgénero de la época de oro del cine mexicano, (con algunas películas realizadas también en países como Cuba, España, Brasil, entre otros) sus tramas se desarrollaban en ambientes de cabaret y arrabal. Las máximas exponentes de este género (las llamadas rumberas) fueron las actrices: Ninón Sevilla, Maria Antonieta Pons, Amalia Aguilar, Rosa Carmina y Meche Barba.
Se considera a la cubana María Antonieta Pons la primera rumbera del cine al realizar la cinta "Siboney" en el año de 1938, dirigido por su entonces esposo Juan Orol. Sin embargo con la cinta "Humo en los ojos" protagonizada por la rumbera mexicana Meche Barba, David Silva y Maria Luisa Zea, y dirigida por Alberto Gout comenzó la producción masiva de las cintas de rumberas, incluso el director Alberto (Tito) Gout alcanzaría el éxito con Aventurera, Sensualidad y Aventura en Río, 3 de las cintas mas representativas del género y protagonizadas por Ninón Sevilla.

Hay algunas escenas en esta película "Sensualidad" de un erotismo desbordante, como aquellas en las que Aurora, se lleva a su departamento al juez, y le pide que le ayude a untarse alcohol en las piernas,  y se cambia de ropa enfrente de el, y se puede ver reflejado en el espejo su cuerpo escultural.


El cine de rumberas tan propio de nuestro país, alcanzó la atención de los críticos europeos y el mismo Francois Truffaut (crítico de Cahiers du Cinema) describió así a Ninón Sevilla en 1952, como revisión de la cinta "Sensualidad": "Provocadora, vulgar, espléndidamente insolente, la representación total de la seducción; la sensualidad misma del cine mexicano". Hacia 1954, utilizando su frecuente pseudónimo “Robert Lachenay”, escribió en Cahiers du Cinéma lo siguiente: “Desde ahora debemos contar con Ninón Sevilla, por poco que nos ocupemos de los gestos femeninos en la pantalla y en otras partes. Mirada inflamada, boca de incendio, todo se alza en Ninón (la frente, las pestañas, la nariz, el labio superior, la garganta, el tono con que se enfada), las perspectivas huyen por la vertical como otras tantas flechas disparadas, desafíos oblicuos a la moral burguesa, a la cristiana y a las demás”. 

Ninón Sevilla fué muy popular en Francia, en el año de 1952 ganó un concurso de piernas: las de Ninón fueron más celebradas que las de Marlene Dietrich y Ginger Rogers. Los franceses la consagraron como la mujer de las piernas más bellas del mundo.
Dice Ninón: "Sí. Llegué a ser popular en Europa. También en países de Oriente como Japón, donde entraron mis películas a finales de los cincuentas: la primera vez que visité Kioto, me esperaban miles de japoneses que coreaban mi nombre, que para ellos significa algo así como una tempestad, como un ciclón (de hecho me decían "el ciclón del Caribe", lo que me causaba mucha gracia). Cuando vi mi primera película traducida el japonés, me pregunté cómo lograban entender la trama, creo que se trataba de "Aventurera", porque en muchos parlamentos yo veía que no aparecía el texto traducido; pero para ellos todo era muy claro; así fui comprendiendo la fuerza enorme de comunicación que es el cine, y la capacidad de síntesis que contienen algunas lenguas. La música de Agustín Lara y la voz de Pedro Vargas, después de mis películas, se hicieron muy populares en todo Oriente. El público es agradecido con sus artistas, y los recuerda y cuando puede expresar su cariño, lo hace. Por ejemplo, yo pensé que en Francia estaba olvidada. Pero, a finales de los ochentas, me invitaron al Festival de Cine de Marsella; iba con mi chofer en un convertible descapotado, porque hacía un calor inmenso, cuando en una esquina, con luz roja, vi que unas personas comenzaban a correr hacia nosotros gritando: "¡Sevillé! ¡Sevillé!". Me asusté porque los vi que rodeaban el auto; no me dí cuenta qué pasaba hasta que, muchos me extendían papel y lápiz para que les firmara, claro, "Sevillé" era yo, c’est moi...”